Las
palabras son muy importantes, tienen el poder de definir algo, de darle forma
en nuestras mentes. Hace unos años en una capacitación a la que asistí quien la
dirigía puso a dos personas de espaldas y con lápices de colores y papel en
mano les pidió que dibujaran lo que para ellos representaban las palabras que
el les diría.
Fue muy
interesante lo que pudimos observar de esa experiencia, ya que las imágenes que
dibujaron respondían a los estereotipos que tenían estos conejitos de indias en
sus mentes de lo que oían.
Hay
palabras que nos dan la impresión de ser sinónimas, creemos que significan lo
mismo, palabras que dan forma en nuestra mente a conceptos que en muchos casos
son totalmente opuestos.
Permítanme
dar dos ejemplos:
CREYENTE es
igual a DISCIPULO
CRISTIANO
es igual a EVANGELICO
Verdad que
la primera impresión es la de estar frente a palabras que significan lo mismo,
que nos encontramos frente a sinónimos.
Ahora que
nos detenemos a pensar en ellas unos segundos creo que mínimamente nos comienza
a invadir la duda.
Quiero
contarles una experiencia personal que me ayuda a visualizar en mi vida que
estas palabras no significan lo mismo.
Vivo en un
edificio (solo dos pisos de altura) y comparto palier con una vecina que se llama Edith, ella es
una mujer mayor que muchas veces no puede bajar las escaleras. En una
oportunidad al salir de mi departamento observo que justo en la entrada había una bolsa de basura y un recipiente con
ropa para ser puesta a secar en la terraza que tiene el edificio para esto.
Seré
honesto la primera sensación que vino a mi fue de enojo, pensé que esa bolsa de
residuos y el recipiente de ropa afeaban el palier.
Baje para
hacer la diligencia que me ocupaba y al regresar, sorprendido pude ver que esas
cosas ya no estaban. Al entrar en mi casa pregunte si sabían que había pasado
con eso y Abigail, mi hija, me responde
que la abuela Alicia bajaba siempre la bolsa de basura y colgaba la ropa de
Edith en la terraza, menciono que mi suegra no vive con nosotros sino a unas 30
cuadras y que al visitarnos hace esto.
En ese
preciso instante pude entender todo, fue muy claro para mí y esta comprensión
me llevo a preguntarle a Abigail lo siguiente.
¿Quién
actúa como Cristo en esta situación particular?
La
respuesta era más que evidente.
Alicia es
Católica Apostólica practicante, ella vive fervientemente su fe, podría decir
mucho sobre esto, pero no viene al caso, solo mencionare que los ”evangélicos”
mínimamente dudan de la salvación de los católicos y creen ser los dueños
exclusivos de la salvación y la sana doctrina.
El
evangélico allí presente pasaba por alto esa necesidad y solo reparaba en ella
para criticar y enojarse.
Mi punto es
que CREER NO ES SUFICIENTE, no alcanza.
Tener la fe
exclusivamente en el plano de lo intelectual es incompleto.
Que mi fe
solo sea un concepto no me hace discípulo.
Saber que
decir, como actuar los domingos en los cultos, que canciones cantar, que
liturgia seguir no me hace Cristiano.
Definitivamente
estas palabras NO son sinónimos, pero el error se transmite vez tras vez y hay
millones de personas que creen que tan solo por asistir una vez a la semana a
un culto manteniendo una actitud pasiva y teniendo una fe de consumo son
Cristianos y Discípulos de Cristo cuando fue precisamente el quien enseño lo
opuesto y no solo esto sino que lucho contra la religión organizada, cabe
destacar que fue esta lucha la que lo llevo a su muerte.
Una vez mas
las palabras tienen poder, el poder de engañarnos y mantenernos en la posición incorrecta.
Dios nos
ayude a visualizar correctamente el camino del seguidor de sus huellas.
No quiero
terminar esta publicación sin mencionar que Edith falleció hace dos meses y que
desde esta lección aprendida ya no hacia falta que Alicia viniera porque había
pequeños Cristos dispuestos a bajar bolsas de basura y colgar ropa en la
terraza entre otros mandados.
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