sábado, 2 de junio de 2012

No todo lo que brilla es oro.


Las palabras son muy importantes, tienen el poder de definir algo, de darle forma en nuestras mentes. Hace unos años en una capacitación a la que asistí quien la dirigía puso a dos personas de espaldas y con lápices de colores y papel en mano les pidió que dibujaran lo que para ellos representaban las palabras que el les diría.
Fue muy interesante lo que pudimos observar de esa experiencia, ya que las imágenes que dibujaron respondían a los estereotipos que tenían estos conejitos de indias en sus mentes de lo que oían.
Hay palabras que nos dan la impresión de ser sinónimas, creemos que significan lo mismo, palabras que dan forma en nuestra mente a conceptos que en muchos casos son totalmente opuestos.
Permítanme dar dos ejemplos:
CREYENTE es igual a DISCIPULO
CRISTIANO es igual a EVANGELICO
Verdad que la primera impresión es la de estar frente a palabras que significan lo mismo, que nos encontramos frente a sinónimos.
Ahora que nos detenemos a pensar en ellas unos segundos creo que mínimamente nos comienza a invadir la duda.
Quiero contarles una experiencia personal que me ayuda a visualizar en mi vida que estas palabras no significan lo mismo.
Vivo en un edificio (solo dos pisos de altura) y comparto palier  con una vecina que se llama Edith, ella es una mujer mayor que muchas veces no puede bajar las escaleras. En una oportunidad al salir de mi departamento observo que justo en la entrada  había una bolsa de basura y un recipiente con ropa para ser puesta a secar en la terraza que tiene el edificio para esto.
Seré honesto la primera sensación que vino a mi fue de enojo, pensé que esa bolsa de residuos y el recipiente de ropa afeaban el palier.
Baje para hacer la diligencia que me ocupaba y al regresar, sorprendido pude ver que esas cosas ya no estaban. Al entrar en mi casa pregunte si sabían que había pasado con eso y  Abigail, mi hija, me responde que la abuela Alicia bajaba siempre la bolsa de basura y colgaba la ropa de Edith en la terraza, menciono que mi suegra no vive con nosotros sino a unas 30 cuadras y que al visitarnos hace esto.
En ese preciso instante pude entender todo, fue muy claro para mí y esta comprensión me llevo a preguntarle a Abigail lo siguiente.
¿Quién actúa como Cristo en esta situación particular?
La respuesta era más que evidente.
Alicia es Católica Apostólica practicante, ella vive fervientemente su fe, podría decir mucho sobre esto, pero no viene al caso, solo mencionare que los ”evangélicos” mínimamente dudan de la salvación de los católicos y creen ser los dueños exclusivos de la salvación y la sana doctrina.
El evangélico allí presente pasaba por alto esa necesidad y solo reparaba en ella para criticar y enojarse.
Mi punto es que CREER  NO ES SUFICIENTE, no alcanza.
Tener la fe exclusivamente en el plano de lo intelectual es incompleto.
Que mi fe solo sea un concepto no me hace discípulo.
Saber que decir, como actuar los domingos en los cultos, que canciones cantar, que liturgia seguir no me hace Cristiano.
Definitivamente estas palabras NO son sinónimos, pero el error se transmite vez tras vez y hay millones de personas que creen que tan solo por asistir una vez a la semana a un culto manteniendo una actitud pasiva y teniendo una fe de consumo son Cristianos y Discípulos de Cristo cuando fue precisamente el quien enseño lo opuesto y no solo esto sino que lucho contra la religión organizada, cabe destacar que fue esta lucha la que lo llevo a su muerte.
Una vez mas las palabras tienen poder, el poder de engañarnos y mantenernos en la posición incorrecta.
Dios nos ayude a visualizar correctamente el camino del seguidor de sus huellas.
No quiero terminar esta publicación sin mencionar que Edith falleció hace dos meses y que desde esta lección aprendida ya no hacia falta que Alicia viniera porque había pequeños Cristos dispuestos a bajar bolsas de basura y colgar ropa en la terraza entre otros mandados.

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